Resilencia
Resiliencia es la “Capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas,”(Real Academia de la Lengua Española) y según Walker et al (2004): “la capacidad de un sistema de absorber los disturbios y reorganizarse mientras que atraviesa un cambio, de tal forma que mantiene esencialmente la misma función, estructura, identidad y retroalimentación”.
En la actualidad hago parte de un grupo llamado Kensal to Kilburn Transition Town. Este grupo a su vez hace parte de una “Red de Transición” (Transition Network) que busca dar respuestas a los retos que se presentan debido al pico de la producción de petróleo y al cambio climático.
Se espera que el pico de la producción de petróleo y su consiguiente declive afecte no solo el precio de éste, sino todos los procesos que dependen de él: el transporte de insumos, de productos y de alimentos, el precio de la gasolina, el precio de los materiales y procesos industriales (plásticos, y pesticidas), entre otros. Los estudios sobre las consecuencias del cambio climático en su mayoría indican que habrá un aumento de eventos extremos, que serán cada vez menos predecibles y que tendrán grandes impactos como: sequías, inundaciones, huracanes, heladas y olas de calor entre otros.
Con esto en mente, el movimiento de la Red de Transición toma acciones para disminuir la dependencia (adicción) del petróleo para no sólo empezar a adaptarse y ser más resiliente ante una eventual escasez de combustible sino también aminorar los efectos de las emisiones de CO2 por su quema y uso. La manera que han planteado para hacerlo es formar pequeñas comunidades capaces de vivir en una sociedad más austera energéticamente, que puedan cubrir sus necesidades a pesar de una ausencia sustancial de transporte y de muchos otros beneficios con los que contamos en esta sociedad que usa grandes cantidades de combustibles fósiles.
Cada grupo que ha surgido se ha desarrollando de manera diferente, hay muchos que fracasan varias veces antes de encontrar como crear comunidad, muchos no logran hacerlo y hay otros que son muy exitosos, incluso han logrado tener su propia moneda como es el caso de Brixton Transition Town en Londres o el de Totnes en Gales. También montan esquemas de cooperativas donde venden comida producida en espacios públicos, privados y parques del área, y en general hacen actividades para la socialización, relocalización y el desarrollo de canales al interior de la comunidad y su entorno cercano. Según diferentes estudios realizados por NEF (New Economics Foundation) y Local First, cuando la gente compra local o independiente alrededor del 70% del dinero se queda en la misma comunidad, mientras que cuando se compra en grandes cadenas de almacenes el dinero que se reinvierte en la comunidad es alrededor del 40%.
En mi “Transition Town” hemos logrado varias cosas en los tres años desde su fundación y aunque ha sido bastante difícil crear comunidad, organizar grupos, atraer gente y que se apropien del grupo, hemos logrado tener una huerta comunitaria orgánica en un parque, tres colmenas de abejas en el cementerio del barrio, que en dos conjuntos residenciales se siembre comida en las zonas verdes y en un casa comunitaria judía usamos su patio como huerta. En cierta manera, podemos lograr vivir en abundancia si cambiamos nuestra forma de pensar o modelo mental y prestamos más atención a las pequeñas cosas.
También tenemos un grupo que cosecha manzanas, peras y ciruelas de las casas del barrio: el año pasado recogió una tonelada de frutas que repartimos en colegios, hogares de la tercera edad, restaurantes, tiendas y entre el mismo grupo y también las usamos en diferentes actividades de promoción como hacer mermelada y jugo usando una prensa, de otra forma la fruta se hubiera podrido en el suelo. También hay actividades en torno a la música, la lectura, el tejido, el uso de la energía, intercambio de semillas, de plántulas, entre muchas otras cosas; lo importante y lo difícil es que la gente tenga una idea, una iniciativa a la que le quiera meter el hombro.
No solo son estas redes de transición las que están promoviendo o buscando alternativas al modelo económico al que nuestras sociedades han llegado y que no necesariamente son una reacción al pico de la producción del petróleo y/o al cambio climático pero que quieren vivir más dentro de los límites de la naturaleza, ser más conscientes de las causas y consecuencias de lo que consumen, de dónde vienen sus alimentos y qué hay en ellos, que quieren estar más cerca de los productores, ser parte de una comunidad, conocer al vecino, cuidarse y ayudarse entre ellos.
En Colombia unos de los pioneros en esta forma de vida es Paolo Lugari con el Centro Las Gaviotas, ubicado en la Orinoquía colombiana y que lleva más de 30 años generando proyectos, tecnologías y educando para vivir en una comunidad más en armonía con el entorno. También hay iniciativas más recientes como La Canasta, que comercializa “canastas” de alimentos agroecológicos a domicilio trabajando directamente con los campesinos – un esquema que promueve un consumo de alimentos más responsable con el productor; o como la Aldea Feliz que busca formar comunidades con un modelo de vida sostenible en los aspectos socioculturales, espirituales, ambientales y económicos.
Volverse una sociedad resiliente no significa abandonar y negar el uso de la tecnología, significa volver a tomar el control de suplir nuestras necesidades básicas: tener comida que alimente, tener un techo donde resguardarnos y ropa para cubrirnos y al mismo tiempo alrededor de esto crear una comunidad en la que podamos apoyarnos e intercambiar productos, ideas y conocimiento; cuanto más diversas sean nuestras sociedades más probabilidades tendremos de salir adelante ante las eventualidades que se avecinan.
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